Hola, gracias por venir a leer mi blog. Quiero compartir contigo mi historia desde cuando vine a vivir a los Estados Unidos con una discapacidad fisica y como Dios ha sido mi Fortaleza a travez de todo lo que he pasado. El ha sido fiel. Espero que las lecciones que he aprendido en mi camino te inspiren y ayuden a vivir “Dia tras Dia” en tu camino.

10 de junio de 2010

El Departamento

¡Al fin! Después de dos meses viviendo en el motel, un día a la hora de almuerzo fuimos a ver un departamento con un corredor de inmuebles y aunque no era perfecto, era lo suficientemente bueno para establecer nuestro primer hogar. Era un edificio en una colina y habían 4 tiendas pequeñas en el primer piso en el frente y 4 departamentos de un dormitorio en el segundo piso en la parte de atrás. La única manera de llegar a los departamentos de arriba era una escalera desigual de piedra y cemento ó la entrada de autos que era muy empinada y tenía una área plana en la parte de arriba, en donde uno podía estacionar el auto temporalmente. 
Se veía algo así…


El área plana arriba era la única manera en que yo podía llegar al departamento, pero era suficientemente grande para que yo pudiera salir del auto y entrar al departamentor. Además de esto, habían dos escalones bien altos en la puerta, el corredor de inmuebles y Vic me cargaron adentro esta primera vez, pero si nos gustaba el departamento podríamos instalar una rampa en la entrada así que ese obstáculo podía ser remediado fácilmente.

Una vez que entramos, vimos una habitación bien grande que tenía una refrigeradora, una estufa y un lavadero. Esa era la sala, el comedor y el área de la cocina, 3 en uno. Era lo suficientemente grande como para que las tres áreas entraran allí. Después había un pequeño pasillo que llevaba al baño y ¡yo podía atravesar la puerta! ¡¡yupi!!  Pero no podía mirar al lavadero de frente, estaba en el costado izquierdo al lado de la puerta así que yo tenía que acercarme ¡de costado! Luego el siguiente cuarto era el dormitorio.  Era grande y tenía un pequeño ropero vestidor. Eso era todo. Nos gustó. Era cómodo y estaba a buen precio así que decidimos alquilarlo. Pensando: “por un año no está mal”. Estaba bien para comenzar en ese momento, dejaríamos el motel y entonces más adelante cuando el contrato se terminara buscaríamos algo mejor. Nunca nos imaginamos que estaríamos allí durante los siguientes ¡5 años!

Finalmente llegó el día, fuimos al departamento en la mañana con nuestro equipaje. El corredor de inmuebles ayudó a Vic para que yo entrara, nos dio las llaves y se fue. Vic se fue para la oficina ya que no le quedaban más días de vacaciones y yo me quedé en el departamento vacío para esperar por el único mueble que teníamos en ese momento. Era una cama nueva que iban a traer de la tienda. Después de la entrega, no había nada más que hacer, no había televisión, no teníamos teléfono todavía, no podía salir… La única cosa que teníamos allí era una radio grabadora portátil que tocaba CDs y algo para leer. Pero en tantas horas uno se aburre y no sabe que más hacer.  De hecho, comencé a absorber la realidad ese día.

Ese era el momento de dar una mirada a mi vida y a cuanto había cambiado en tan corto tiempo.  Había pasado los últimos diez años de mi vida rodeada de gente que habría valorado tremendamente el pasar solamente diez minutos hablando conmigo.  Gente que me respetaba, buscaba mi consejo y quería estar alrededor mío.  Mucha gente, cientos. Siendo uno de los pastores de una congregación de 7,000 miembros, yo era popular, todos me conocían ya que solía predicar con regularidad a aproximadamente 900 personas a la vez. Daba clases a grupos entre 20 a 100 alumnos por grupo. Y como consejera atendía alrededor de 15 personas por semana en privado en mi oficina. En muchos momentos en el curso de mi vida, he experimentado como se siente estar rodeado de gente y soledad interiormente.  Hasta el día en el que le abrí mi corazón al Señor en 1979. Entonces supe que nunca me sentiría sola otra vez, independientemente de tener gente alrededor mío o no.  Ahora estaba sola en un departamento vacio, pero de seguro no me sentía sola.

Estábamos el Señor y yo, necesitábamos hablar. Yo había estado orando, Vic y yo también orábamos juntos. Pero con todo el movimiento y la agitación, yendo a diferentes lugares y cosas así, Dios y yo no tuvimos ese tiempo especial de reflexión para poner las cosas en perspectiva. Esta era mi gran oportunidad de hacer eso. Lo primero de lo que me di cuenta fue que de alguna manera este país se sentía como mi hogar. Era algo extraño que sintiera eso ya que acababa de dejar el lugar donde nací y crecí. Pero ésta era una sensación diferente de pertenencia; supongo que podría ser lo que uno llama un “llamado”. Yo sólo sé que cuando abrí mi corazón a Jesús, estaba en Canadá, y ahora estando en Nueva York casi dos décadas después, Norteamérica se sentía como mi hogar.  Yo creo que Dios tiene un propósito en traerme a los Estados Unidos que va mas allá que estar casada con Vic.

La segunda cosa que me di cuenta fue que toda la gente que me había rodeado ya no estaba allí, se fue junto con mi popularidad.  Aquí, no era la popular, nadie me conocía y no había nadie con quien hablar excepto con mi esposo. ¡Ni siquiera usaba el mismo apellido que tenía en Perú! Así que realmente era como empezar una nueva vida, una nueva identidad…  Estas cosas de las que me di cuenta eran interesantes, quizá crearon un poquito de incertidumbre, pero era bueno conocerlas para que pudiera comprender mi nueva realidad, aceptarla y comenzar a vivir esta nueva vida sabiendo que como una nueva hoja en blanco en la historia de mi vida, comenzaba a ser escrita mientras yo sigo adelante con mi Señor guiándome y con mi esposo a mi lado.

Cuando haya un cambio en tu vida como el que yo tuve, detente, evalúa la situación, acepta tu realidad y continúa adelante.  Yo deseo para ti que también le abras tu corazón al Señor para que no tengas que pasar por eso solo.

Gracias por leer mi blog, nos vemos la próxima semana.


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