Hola, gracias por venir a leer mi blog. Quiero compartir contigo mi historia desde cuando vine a vivir a los Estados Unidos con una discapacidad fisica y como Dios ha sido mi Fortaleza a travez de todo lo que he pasado. El ha sido fiel. Espero que las lecciones que he aprendido en mi camino te inspiren y ayuden a vivir “Dia tras Dia” en tu camino.

29 de junio de 2010

Sin Poder

El área de Nueva York en la que vivíamos no era “The Big Apple” (como le dicen a la ciudad de Nueva York), era un pueblo llamado Thornwood o “bosque de espinas” no muy lejos de Manhattan. Muchos árboles, no habían veredas en las calles pequeñas solo en las calles principales, las distancias eran largas, parecía el campo. El único recuerdo con el que lo pude comparar era el área de Las Casuarinas o Chosica en Lima, solo más contemporáneo, pero la idea era la misma. También habían algunas áreas donde habían centros comerciales abiertos en donde había un banco, el supermercado, la lavandería, la lavandería automática, restaurantes y por supuesto una farmacia y algunas tiendas.
Lo más típico en Nueva York y a lo largo del Noreste es el “Diner”. Estos son restaurantes para la familia donde las personas que viven en el vecindario van no sólo en ocasiones especiales sino casi cada dos días, para tomar la sopa del día o cualquier cosa que esté en el menú que les guste y es casi como una comida hecha en casa para cuando no quieran cocinar. Son muy económicos y la comida es ¡realmente buena! Nosotros teníamos uno en nuestro pueblo y nos convertimos en asistentes regulares también. Es la clase de lugar en donde haces amistad con la mesera. Nosotros conocimos a una señora muy linda, mayor que nosotros, ella era muy diligente y rápida en su servicio y también muy amigable, te hacía sentir como si estuvieras en casa. Ella había trabajado allí por muchos años y había tenido dos ataques al corazón, pero ella continuaba trabajando tan amorosamente como podía. La extrañamos.

Una tarde, yo estaba de compras en el supermercado a un par de cuadras de distancia y había elevado mi asiento para alcanzar algo en la tienda. Cuando salí de la tienda y estaba en la vereda, comencé a bajar mi asiento a su posición normal y de repente ¡la silla dejo de moverse! Al principio, no sabía que estaba sucediendo, después me di cuenta de que un artículo que estaba en la bolsa que tenía colgada del cinturón de la silla se había metido debajo del asiento y sobre la base de la silla y estaba atorado. Era una botellita de vidrio y cuando el asiento bajó y encontró la resistencia de la botellita, ¡se quemó el fusible!  Y para mi sorpresa, la botellita ¡no se rompió! El problema era que yo estaba en la calle sola, la silla no se movía, yo no tenía un teléfono celular y ¡me estaba congelando! ¡No podía hacer nada! Lo bueno es que cuando hay alguna situación de tanta presión como ésta, yo me pongo en “modo de emergencia” y trato de resolver la situación a pesar de lo que pueda sentir. Así que inmediatamente pensé que necesitaba llamar a Vic a la oficina para que viniera a recogerme. El problema era que yo no tenía un teléfono celular para llamarlo. Gracias a Dios estaba al costado de la puerta del supermercado y había un teléfono público un poquito más allá en la vereda. El asunto era ¿cómo hacía para llegar al teléfono? Bueno, Dios me envió un “ángel”. Yo necesitaba ayuda. Justamente, un muchacho que trabajaba en la tienda estaba en su tiempo de descanso y estaba allí descansando. Le hablé, le expliqué lo que pasaba y le pedí que desenganchara los frenos de mi silla y que me empujara hasta el teléfono para poder llamar a Vic. Así lo hizo. El era de Argentina y fue fácil tener una conversación con él ya que teníamos cosas en común. Yo llamé a Vic y el salió de la oficina para ir a recogerme. El empleado de la tienda regresó a trabajar pero de vez en cuando venía a ver si yo necesitaba algo y así hasta que Vic vino.

Una vez que Vic finalmente llegó, hacía mucho más frio y desafortunadamente my silla electrónica no entraba en nuestro auto así que Vic me tuvo que empujar hasta el departamento y éstas sillas son ¡realmente pesadas! Pero no había ninguna otra salida. Cuando llegamos, Vic les pidió ayuda a los vecinos para empujarme arriba de la colina y hacerme entrar al departamento donde yo podía llamar a alguien que viniera a arreglar mi silla al día siguiente. Después tuvo que regresar a la tienda a recoger el auto. Y todo regreso a lo normal.

Creo que nunca había experimentado el sentirme tan impotente antes de esto. Hay momentos en la vida cuando nos sentimos así. La vida escapa a nuestro control, no entendemos que está pasando ni porqué y no sabemos qué hacer. Sentimos que todo ha terminado y por un momento sentimos que no hay nada que podamos hacer para cambiar nuestra situación. Deseamos tener alguna forma de resolver las cosas pero no hay ninguna. Desesperadamente tratamos de hacer cosas y éstas fallan, empujándonos más abajo dentro de la impotencia. Yo aprendí una lección muy poderosa ese día, la cual sigo aplicando ahora y lo he hecho a través de los años cada vez que he pasado por estas situaciones en cualquier área de mi vida.

Para comenzar, ¡que no cunda el pánico! Pon tu confianza en el Señor y busca sabiduría. Después, busca soluciones y si es necesario, pide ayuda. Aprende a tomar precauciones, la próxima vez no pongas tu bolsa de compras allí, y ¡siempre lleva un celular para emergencias! Me dije a mi misma y así lo he hecho. Por último, si hay una situación que realmente no tiene una forma de que tú la resuelvas, dále tus cargas al Señor y afírmate. Espera por Su liberación. El siempre estará contigo.

Nos vemos la próxima semana!

21 de junio de 2010

La Silla

Durante la primera semana en el departamento, no me era posible salir debido a las gradas en la entrada. Conseguimos un carpintero para que hiciera una rampa y una pequeña plataforma directamente en frente de la puerta para que yo tuviera un lugar donde dar la vuelta y salir y entrar de frente antes de que la inclinación comenzara. Fue una buena construcción que sobrevivió la lluvia, la nieve y también el sol abrasador en el verano durante todo el tiempo en que estuvimos allí. Y probablemente ¡todavía sigue en uso! Aquí esta una imagen de la rampa. En la izquierda de la fotografía se puede ver (un poco oscuro) un muro que estaba sosteniendo tierra y plantas, justo en frente de nuestra puerta y nuestra ventana.

Todavía no teníamos muebles y Vic usaba un cajón de plástico para sentarse y usábamos la mesita de mi silla de ruedas como nuestra mesa de comedor. Nos prestamos algunos platos y ollas de la mamá de Vic y comenzamos a cocinar allí.  Era divertido comenzar a hacer estas cosas. Muy pronto trajimos algunos de los muebles antiguos de Vic y compramos algunos nuevos, así como nuestros utensilios de cocina. Yo sabía cocinar, aún cuando no solía hacerlo regularmente cuando estaba en Lima. No tenía tiempo ni la necesidad ya que siempre tuve alguien que me atendiera. Primero mi mamá y luego tuve a una empleada quien me ayudaba haciendo todos los quehaceres domésticos.  Aquí podía cocinar si es que adaptaba todo a la altura correcta para que yo pudiera alcanzar las cosas que necesitaba para poder hacerlo.  Así que organizamos las cosas lo mejor que pudimos. ¡Señor! ¡De hecho extrañaba a mi empleada para que me ayude con los quehaceres! (Bueno, la extrañaba a ella también. Yo la quería como a una hija).  Pero este era mi trabajo ahora y todo lo que puedo decir es que aprecié más que nunca todo lo que mi familia y ella hicieron por mí diariamente.

Un día, cuando visitábamos a la mamá de Vic, vi un comercial en televisión acerca de una silla de ruedas motorizada y cuanta independencia puede brindar a alguien como yo con una discapacidad.  Yo las había visto en Canadá hacia años atrás pero nunca tuve una. Este parecía el mejor tiempo de mi vida para tener una.  Estas sillas cuestan mucho dinero pero son también el tipo de equipo médico que una póliza de seguro médico cubre y yo estaba asegurada por el seguro médico de Vic provisto por su empleador, así es que, que mejor oportunidad que ésta de tratar de conseguirla. Así es que pedí un video y una demostración personal en casa.  Días después, fueron a nuestro departamento y nos enseñaron todas las funciones de la silla. Era muy buena, ¡impresionante! Pero decidimos que queríamos buscar y ver otras opciones. Así lo hicimos y encontramos una silla aún mejor! Aquí estoy bajando la entrada de autos con mi mamá:

La silla tenía más que suficiente estabilidad para bajar la empinada entrada que teníamos. Nos dieron la demostración y yo la pude probar! Fue grandioso! Pero yo estaba realmente asustada tratando de bajar la entrada de autos, pero era seguro. La compañía de seguros pagó la silla después de que mi doctor les envió la información que probaba que tengo una razón médica para tener una silla como ésta. Nosotros pagamos una mínima tarifa de los miles de dólares que costó. Gracias a Dios por Su provisión!

Un par de semanas después más ó menos, me entregaron mi silla nueva. No puedo siquiera explicar cuan emocionante fue ésa experiencia.  Aprender a manejar la silla dentro de mi departamento fue muy fácil para mí. La silla me dió una libertad que nunca había experimentado en mi vida anteriormente, excepto cuando aprendí a manejar auto muchos años atrás  por supuesto, pero esa es una historia diferente.

La nueva silla me dio la habilidad de moverme mucho más rápido alrededor de mi casa y también de cargar cosas con una mano y manejar la silla con la otra, lo cual realmente no puedes hacer con una silla manual, necesitas tus dos manos para manejar. También, una de las mejores funciones que la silla tenía era un elevador de asiento. Podía subir y alcanzar cosas que normalmente no estaban a mi alcance como algo en el botiquín del baño o repostero de la cocina.  Después de un tiempo corto de aprender a controlar la silla bien adentro de la casa, fui a explorar mi pequeña ciudad. Al principio, le pedía a Vic que bajara conmigo la entrada de autos para que no me asustara tanto y hasta que me acostumbrara a la sensación de bajar en una inclinación tan empinada como ésa. Creo que nunca me deshice completamente del temor de bajar. Sólo me acostumbré a hacerlo a pesar de él. Pero bajé y salí  por aquí y por allá y fue ¡maravilloso!

Con mi silla podía ir a sitios diferentes, teníamos bancos y supermercados y tiendas y otros lugares. Yo acostumbraba a ir a comprar víveres, al banco ó a la farmacia. No teníamos muchas veredas pero por lo menos las calles más importantes las tenían así como los centros comerciales de alrededor. Teníamos dos. Ir a estos lugares me hacía sentir bien. Tener la capacidad de hacer todas estas cosas por mi misma cuando Vic estaba trabajando o con él cuando íbamos a pasear juntos o a hacer algo alrededor del vecindario era una fuente de gozo para mí. Me hizo apreciar las cosas simples de la vida que nunca hice por mi misma antes y estaba agradecida de que siempre tuve alguien que las hiciera por mí. Estas experiencias me hicieron apreciar la vida en un nivel diferente, en las cosas más simples y pude darme cuenta de que no debemos tomar las cosas por sentadas.


¡Volveré con más la próxima vez!

10 de junio de 2010

El Departamento

¡Al fin! Después de dos meses viviendo en el motel, un día a la hora de almuerzo fuimos a ver un departamento con un corredor de inmuebles y aunque no era perfecto, era lo suficientemente bueno para establecer nuestro primer hogar. Era un edificio en una colina y habían 4 tiendas pequeñas en el primer piso en el frente y 4 departamentos de un dormitorio en el segundo piso en la parte de atrás. La única manera de llegar a los departamentos de arriba era una escalera desigual de piedra y cemento ó la entrada de autos que era muy empinada y tenía una área plana en la parte de arriba, en donde uno podía estacionar el auto temporalmente. 
Se veía algo así…


El área plana arriba era la única manera en que yo podía llegar al departamento, pero era suficientemente grande para que yo pudiera salir del auto y entrar al departamentor. Además de esto, habían dos escalones bien altos en la puerta, el corredor de inmuebles y Vic me cargaron adentro esta primera vez, pero si nos gustaba el departamento podríamos instalar una rampa en la entrada así que ese obstáculo podía ser remediado fácilmente.

Una vez que entramos, vimos una habitación bien grande que tenía una refrigeradora, una estufa y un lavadero. Esa era la sala, el comedor y el área de la cocina, 3 en uno. Era lo suficientemente grande como para que las tres áreas entraran allí. Después había un pequeño pasillo que llevaba al baño y ¡yo podía atravesar la puerta! ¡¡yupi!!  Pero no podía mirar al lavadero de frente, estaba en el costado izquierdo al lado de la puerta así que yo tenía que acercarme ¡de costado! Luego el siguiente cuarto era el dormitorio.  Era grande y tenía un pequeño ropero vestidor. Eso era todo. Nos gustó. Era cómodo y estaba a buen precio así que decidimos alquilarlo. Pensando: “por un año no está mal”. Estaba bien para comenzar en ese momento, dejaríamos el motel y entonces más adelante cuando el contrato se terminara buscaríamos algo mejor. Nunca nos imaginamos que estaríamos allí durante los siguientes ¡5 años!

Finalmente llegó el día, fuimos al departamento en la mañana con nuestro equipaje. El corredor de inmuebles ayudó a Vic para que yo entrara, nos dio las llaves y se fue. Vic se fue para la oficina ya que no le quedaban más días de vacaciones y yo me quedé en el departamento vacío para esperar por el único mueble que teníamos en ese momento. Era una cama nueva que iban a traer de la tienda. Después de la entrega, no había nada más que hacer, no había televisión, no teníamos teléfono todavía, no podía salir… La única cosa que teníamos allí era una radio grabadora portátil que tocaba CDs y algo para leer. Pero en tantas horas uno se aburre y no sabe que más hacer.  De hecho, comencé a absorber la realidad ese día.

Ese era el momento de dar una mirada a mi vida y a cuanto había cambiado en tan corto tiempo.  Había pasado los últimos diez años de mi vida rodeada de gente que habría valorado tremendamente el pasar solamente diez minutos hablando conmigo.  Gente que me respetaba, buscaba mi consejo y quería estar alrededor mío.  Mucha gente, cientos. Siendo uno de los pastores de una congregación de 7,000 miembros, yo era popular, todos me conocían ya que solía predicar con regularidad a aproximadamente 900 personas a la vez. Daba clases a grupos entre 20 a 100 alumnos por grupo. Y como consejera atendía alrededor de 15 personas por semana en privado en mi oficina. En muchos momentos en el curso de mi vida, he experimentado como se siente estar rodeado de gente y soledad interiormente.  Hasta el día en el que le abrí mi corazón al Señor en 1979. Entonces supe que nunca me sentiría sola otra vez, independientemente de tener gente alrededor mío o no.  Ahora estaba sola en un departamento vacio, pero de seguro no me sentía sola.

Estábamos el Señor y yo, necesitábamos hablar. Yo había estado orando, Vic y yo también orábamos juntos. Pero con todo el movimiento y la agitación, yendo a diferentes lugares y cosas así, Dios y yo no tuvimos ese tiempo especial de reflexión para poner las cosas en perspectiva. Esta era mi gran oportunidad de hacer eso. Lo primero de lo que me di cuenta fue que de alguna manera este país se sentía como mi hogar. Era algo extraño que sintiera eso ya que acababa de dejar el lugar donde nací y crecí. Pero ésta era una sensación diferente de pertenencia; supongo que podría ser lo que uno llama un “llamado”. Yo sólo sé que cuando abrí mi corazón a Jesús, estaba en Canadá, y ahora estando en Nueva York casi dos décadas después, Norteamérica se sentía como mi hogar.  Yo creo que Dios tiene un propósito en traerme a los Estados Unidos que va mas allá que estar casada con Vic.

La segunda cosa que me di cuenta fue que toda la gente que me había rodeado ya no estaba allí, se fue junto con mi popularidad.  Aquí, no era la popular, nadie me conocía y no había nadie con quien hablar excepto con mi esposo. ¡Ni siquiera usaba el mismo apellido que tenía en Perú! Así que realmente era como empezar una nueva vida, una nueva identidad…  Estas cosas de las que me di cuenta eran interesantes, quizá crearon un poquito de incertidumbre, pero era bueno conocerlas para que pudiera comprender mi nueva realidad, aceptarla y comenzar a vivir esta nueva vida sabiendo que como una nueva hoja en blanco en la historia de mi vida, comenzaba a ser escrita mientras yo sigo adelante con mi Señor guiándome y con mi esposo a mi lado.

Cuando haya un cambio en tu vida como el que yo tuve, detente, evalúa la situación, acepta tu realidad y continúa adelante.  Yo deseo para ti que también le abras tu corazón al Señor para que no tengas que pasar por eso solo.

Gracias por leer mi blog, nos vemos la próxima semana.


2 de junio de 2010

La Galería

El centro comercial donde solía ir se llamaba “La Galería”. Yo pasé varias tardes allí después de esa primera vez de la que estaba contando en mi última publicación. Solíamos ir allí a comer cuando no íbamos a visitar a la familia de Vic. Viviendo todavía en el motel, descubrimos que la comida en el área de comida era de mejor calidad, tenía más opciones y era más económica que la comida original para llevar que habíamos estado comiendo, ese era ahora nuestro lugar para comer. Si algo recordamos con cariño como un platillo que no hemos comido desde que salimos de Nueva York es “Pollo a la Bourbon” del Bourbon Café. Ellos cortaban el pollo en cubos pequeños, marinados en bourbon (whiskey) y cocinados en la parrilla. ¡Eran deliciosos! Y eran bastante inteligentes para atraer a la clientela. Ponían a una persona con una bandeja de este pollo maravilloso con palitos de dientes y se paraba en el corredor delante de los mostradores de comida por donde la gente pasaba mirando para ver que comida vendían y les regalaban muestras gratis. Una vez que lo probaban, eran atrapados y sabían exactamente que comerían esa noche. En todos los viajes que hemos hecho a través de los Estados Unidos, no hemos encontrado este pollo de nuevo, en ningún lugar. Sería bueno regresar un día ¡sólo para probarlo otra vez!

En otra tarde en que me quedé en La Galería, Vic y yo nos íbamos a encontrar en un lugar llamado Auntie Anne’s (De la tía Ana), allí preparaban pretzels frescos delante tuyo. Así que íbamos a comer un pretzel allí pero como la tienda era un mostrador, no tenia sillas disponibles para sentarse a comer temporalmente siquiera, así que Vic me llevó a las bancas para el público que tenían en La Galería para cualquiera que quisiera descansar, para así poder tener las manos libres para recoger nuestro pedido.  El se fue a la tienda a recoger nuestra orden y yo me quede esperando en las bancas. De repente, de la nada, un hombre apareció y se sentó en una de las bancas y me preguntó si me podía ayudar. Esto no tenía sentido porque yo no estaba haciendo nada como para necesitar ayuda. Simplemente estaba allí esperando a Vic. Así es que le dije: “no gracias”, no dándole ninguna importancia a la situación. Y añadí: “ahí está viniendo mi esposo” y miré en la dirección en que Vic venía con los pretzels y una bebida. Apenas el hombre vio a Vic que venía, desapareció más rápido de lo que apareció. Vic estaba muy intranquilo porque el percibió peligro cuando vio a este hombre cerca a mí. Y estaba listo para deshacerse de él,  pero no tuvo la oportunidad porque el hombre ya no estaba allí para cuando Vic llego. Era de hecho extraño que Vic sintiera de esa manera porque él es muy amigable y normalmente él hubiera saludado a un extraño si es que era una situación normal, pero él sintió que no lo era.

Al principio, sinceramente, yo pensé que Vic estaba exagerando y que quizás estaba un poco celoso y realmente pensé que no había peligro involucrado. Pero después de pensarlo, me di cuenta de que era realmente sospechoso que este hombre desapareciera tan pronto como supo que mi esposo venia. Y pensé que si sus intenciones eran buenas, se hubiera quedado y hubiera saludado a mi esposo como otra gente lo hubiera hecho. Los americanos en general, son muy amistosos y si te pueden ayudar en la calle de alguna manera, lo hacen.

Ahora, mirando hacia atrás, tengo una perspectiva más profunda acerca de esto. Primeramente, recuerdo que cuando salí de Lima, solo teníamos un solo centro comercial grande y era casi nuevo, el Jockey Plaza. Así que estar en una tienda grande en Lima significaba quizás una tienda de departamentos como Sears que cambio su nombre a Saga cuando Sears se fue. Y el ambiente es totalmente diferente al que hay en un centro comercial en los Estados Unidos. Tú no estás solo allí, aún si vas solo porque no es tan grande como un centro comercial es aquí. Y siempre hay otra gente que va a comprar alrededor tuyo aparte de los vendedores. Así que de hecho ésa era la primera vez en que yo era confrontada con una situación como esa y nunca se me ocurrió que había un peligro potencial allí. Ahora, después de que he vivido aquí por años, se que los centros comerciales son uno de los lugares en donde gente malvada busca a la próxima víctima de cualquier crimen que estén planeando cometer. Ya sea robo o secuestro de un menor o tráfico de drogas, estas cosas pueden ocurrir en un centro comercial regular en Estados Unidos. Por favor no te asustes. Crímenes ocurren en todo lugar y en cualquier lugar del mundo, dentro de tiendas o afuera en las calles y eso no significa que ocurrirán todo el tiempo y que debemos conseguirnos un buen seguro para la puerta y quedarnos en casa ¡por el resto de nuestras vidas! No, los centros comerciales son en general, bastante seguros, tiene guardias que trabajan para ellos que patrullan el edificio y el área de parqueo. También, debido a que hay una gran cantidad de gente que va a los centros comerciales, eso ayuda también ya que de alguna manera se cuidan unos a otros. Pero es bueno tener los ojos bien abiertos y ser razonablemente cuidadoso porque, desafortunadamente, no todos tienen buenas intenciones. Ésa fue mi lección esa noche.

En mi próxima publicación estaré compartiéndote como finalmente encontramos nuestro departamento y nos mudamos. Allí fue donde una nueva fase de la historia comenzó.